sábado, 13 de junio de 2015

Lo que he hecho por una mujer.

Una tarde vi llorar a Tania Medina. Los maestros entregaban las calificaciones finales del último año de preparatoria y uno de ellos, que nos había pasado a todos los compañeros con 6, a Tania la reprobó. Ella no fue una buena estudiante y seguramente se lo merecía, pero yo no quería verla llorar. Le rogué al maestro que la pasara, que no fuera tan cruel y él sólo me dijo: "Cambiamos, a ella la paso, pero a ti te repruebo". 
En un principio consideraba a Tania como a una estúpida, una bobalicona presumida y consentida, que quería tener todo sólo por ser atractiva e hija única. La menospreciaba, hasta que empezamos a hablarnos. Sus labios rojos y sus pestañas como olas bravías provocaron que tantito una noche, tantito más la siguiente, empezara a soñarla. Cuanto quise cargarle la bolsa, compartir un helado, cerrarle la chamarra, ¡Cuanto desee acompañarla en sus paseos solitarios en su auto y por toda la Ciudad!
"¡Cambiamos!, ¡A ella la paso, pero a ti te repruebo!" y titubee, mi cobardía me mantuvo callado toda esa tarde. Tania siguió llorando y yo no supe confortarla.
Ahora lo sé, Tania Medina será la protagonista de mi tercera novela, haré un libro sólo para que ella sonría.

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