miércoles, 26 de diciembre de 2012

Carta para Europa:

30/08/12


El rostro rojo y desconcertado de una niña pobre me observa con una intensidad que me perturba. Su cara llena de dulce me recuerda otra, la mía, cuando un hombre me soltó un manazo que hirió mi nariz, el torrente rojo fue de mi fragilidad hacia el piso duro de mis primeros años de vida. Esa noche lloré y sangré en la oscuridad, deseando morir y renacer en un sitio mucho más afortunado. Nunca he estado conforme con mi realidad... ¡Uno nunca debe conformarse!... Siempre he querido pertenecer a un lugar mucho mejor que este. Poder sentirme tranquilo.
He ido de una hecatombe a un sismo, de un cataclismo a un apocalipsis; tanto ruido me atosiga, la violencia casi me enloquece. Sé que la paz que tanto busco la hallaré descansando mi cabeza en tu seno. De otra manera persistiré en mi círculo de inopia y sordidez; por más que lo intento, por más fuerza e inteligencia que reuno, no logro salir de aquí. El laberinto es tan vasto, mis pisadas son tan breves. Deseo de pronto tener la habilidad para traspasar las paredes, alcanzar una zona luminosa, afirmar que existe un país ordenado y claro donde poder correr hasta que mis piernas se deshagan en bruma. He sospechado, en mis momentos más terribles, que no hay nada después de este pandemónium; un vacío que me devorará entero si oso destruir, escalar, traspasar el muro como un fantasma.
Nada, nunca hay nada. No estás tú.
Esta tarde el sol se muestra iracundo, todos lo esquivan con las cabezas gachas o con las cabezas abandonadas en sus casas; yo levanto la mía, testarudo. Y lo hago no sólo para quedar ciego, sino para que toda ella se derrita.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Calaveras caminantes.

Arturo Rayos X, sólo con la mirada, desintegraba la carne de la gente, dejando únicamente sus osamentas; las cuales continuaban sus movimientos un par de minutos y luego caían fenecidas. Lo hizo varias mañanas hasta que, sin percatarse, volvió calavera a su mamá. Luego, se sacó los ojos con sus falanges.
(O esto me contó un viejo ciego afuera de la estación Tezozómoc del Metro para que le diera limosna).

lunes, 10 de diciembre de 2012

Carta para Europa:

28/08/12


Veo en un poster a tres señoritas que caminan sonrientes, virginales, presumiendo tanto su dulce belleza como su ropaje y demás artilugios que las adornan. Desvió la mirada de tal propaganda hacia un par de cholos que venden paletas. Uno de ellos, en el vagón del Metro casi vacío, me aborda y con gran amabilidad me pide que le compre una.
- ¡Una! y luego se la regalas a tu novia para que sepa que siempre te acuerdas de ella.- me pide aquel joven totalmente rapado de la cabeza, con una barba trenzada y ropas muy holgadas.
Observo las paletas, la forma de corazón, de estrella, de luna que tienen y con una sonrisa me niego:
- No, ahorita no tengo novia.- y me siento tan estúpido diciendo esto.
No tardo en trasladarme hacia el sitio en el que siempre te espero: una de las jardineras frente al majestuoso palacio de Bellas Artes. Creo con gran ímpetu que alguna tarde me encontrarás sentado aquí. O aún mejor: Tú estés aquí, paciente y solitaria, aguardando algo, sospechando que será la trascendencia...
No hago nada. Sin responsabilidades ni siquiera conmigo. Puedo, entonces, derivar en cualquier cosa. Aprovechar mi abstracción, mi transparencia, para localizarme en el sitio que desee. Mis pasos... más bien, el viento de la fatalidad siempre me traslada aquí; olvidado entre la multitud, ignorado, yo observándolos, ellos con la mirada perdida.
Todo es lejanía mientras yo soy centro. Me detengo en la orilla cuando todos avanzan, alcanzan, son un triunfo y una presunción. Yo siempre estaré solo.
El cielo se desgarra, una música melancólica dota de gravedad esta tarde que se me escapa. Regresaré a casa hastiado de mí, deprimido. Otra piedra habrá caído del mural fantasioso y raro de mi juventud, pedazos sobrarán, nadie podrá restaurarlo otra vez. Llegada la noche estaré tumbado en la caverna de mi fracaso, despatarrado y pesimista. Sólo mi imaginación no me permitirá caer mucho más, hacia ese pozo de sangre que sé que en alguna madrugada me precipitaré.
Terminaré de escribir esto y te esperaré un poco más; paciente, impaciente, sé que hoy no aparecerás.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Metamorfo.

Cuando esos hombres por fin lo atraparon, uno de ellos le aseveró:

- Antes eras mujer.

martes, 20 de noviembre de 2012

III

Extracto tercero de "El dulce suicidio del desmembrador", un relato de crimen y fantasía. Para todos aquellos que aman y son amados también. Yo todavía no, para mi fortuna...



Cuarenta y ocho años han pasado y Armando Legorreta recuerda con frescura el día que conoció a su mujer. Ambos tenían diecisiete años y estudiaban en la misma preparatoria. Cruzaban el patio. Mientras lo hacían leían las copias que llevaban en las manos, ella recién las había sacado, él se dirigía a la fotocopiadora por otro juego. De repente y al mismo tiempo, el tacón de una se rompió, la agujeta desamarrada del otro se enredó y los dos se precipitaron hacia adelante, cara contra cara. Nunca habían besado, su primer beso fue tan espontáneo como brutal. Cada uno se rompió dos dientes y las narices. En la enfermería no se maldijeron, rieron chimuelos y cómplices. Algo inaudito los había unido para siempre.


miércoles, 24 de octubre de 2012

La maravillosa historia del Aguamarina (1)

Hace mucho que se les confirió la responsabilidad y desde entonces ellos han sido los encargados. Arrot la Sangre siempre ha resultado el agradable y el carismático, se ha encargado desde su adolescencia a mantener cierto orden; siempre hay uno que otro bandolero que se le hace fácil cargar sus pistolas y llegar a  la plaza y amenazar, pero Arrot llega y aunque tiene su arma- tan característica de toda la familia- él mantiene la promesa de no usarla, así que se vale sólo de su agilidad, velocidad y manos; de vez en cuando las piernas, aunque en realidad sus brazos son los fuertes y más desarrollados; algunos juran que sus brazos llegan a tener la velocidad para frenar o desviar balas, claro que nadie lo ha visto con claridad.
Hace unos días llego un grupo de tipos encapuchados y con armas que pretendían , nadie sabe en realidad que querían (cada quién tenia una versión distinta), Arrot tuvo que dejar su bebida refrescante de kilish y se acerco para apaciguar a los tipos; la velocidad con que se desplazo desde el pequeño centro de sodas hacia el parque fue sorprendente; no fue el único, pues Alfisi la Sangre también percato el peligro y de hecho ella llegó primero. Tras varios golpes con su vara a los armados y la desesperación en que cayo cuando uno de ellos (a quien al parecer, todos defendían y parecía ocupar una posición- o mejor dicho, él constituía el arma- central) iba a activar la arma definitiva -una bomba-. Ella saco del bolsillo esa arma, legado de la familia, esa pistola pequeña de color verde fosforescente, miedo de muchos.
-Noo! Alfisi! Mide tus opciones!
Fue Arrot, quien llego tan rápido como lo que tardo en decir "¡ja!" y tomo la mano de ella con todo y pistola y la metió de nuevo al bolso. 
-Ábreme espacio en esa parte, ¿ves? donde está el de gafas.
Él le pidió, y ella se dirigió al tipo de gafas, entonces él brinco y golpeo por un costado la bomba  e inmediatamente un puñetazo bien plantado a quien asumió la responsabilidad de ella. La velocidad fue tal que pocos puedes afirmar lo que vieron. En un instante el plan se desmoronó. La regla es acabar pronto, así se evitan muertes. La gente grito de alegría y algunos hicieron ovaciones a Alfisi y sobre todo a Arrot.
                                               

                                                           ****                               *****
En la carretera; un tipo con gabardina naranja camina en dirección opuesta al viento. Como si el entorno supiera algo, ahuyentar lo perturbado. Sin embargo el viento no puede hacer todo; su sombrero lo protege, camina seguro. Va llegando.

lunes, 1 de octubre de 2012

tu Tarde, una infíma parte

te veo en las ventanas
rojo tu corazón que nunca he visto,
agradecido yo,
de que no te lo saquen,
y no te pierdas,
entre las calles,
que todavía no han dicho
su versión
de la verdad.
¿que si quiero?
jamás.

te veo en las ventanas verdes
y resaltas
como dulce de
manzana,
tuyo, mío,
yo agradecido
de tus colores a media luz
encandilado
que nadie merece la totalidad: y tú la tienes.

¡mira acá!
tengo a tu nene, bebe conejo,
lo robé, todo ofuscado:
no se roba la felicidad.
así,
en mi simplismo,
te lloro,
por esconderte
con lo que nunca estuvo aquí
sino contigo
y que sencillamente no te podrías llevar...

llega la Tarde,
tú Tarde
la cara
de La mujer
y tu reflejo,
reta al vacio,
piedras, picadas, calles, caídas
sin titubear:
esto no es amor, más bien sería una constante
o un abrazo fechado, sin firma,
quizá, peor, sea
un pensamiento
PERO TE VEO
y ahí en dónde quisiera,
como los pájaros
como las naves
compites contra el cielo
bailando como tú:
mejor en sueños, mejor en mi desesperación que en
la calma de no verte y no sentir
que estás, que sos;
eres del tiempo,
y tuya es la Tarde,
las mías y las que quieras llevarte:
yo se las quito, a golpes, a besos, a como de lugar...
¡a sus ordenes!
a las tuyas
que a los humanos les falta...

el mundo no tiene tanto corazón
para que yo sea
pero te tiene a ti.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Midori

Midori es verde y está contento
no es verde conasupo o
liconsa
o presidente
que son verdes cuando
algo sale mal
o por decreto constitucional.
Yo no es verde por país
páis es verde por
cosa no puedes-demos saber.

Midori es verde-de
mostrado
Midori es verde en anuncio-carro
FUCK YOU CARRO
Midori
Verdori
color mido-ri
midōri
japañol
mal entendido
nunca mal dicho.

martes, 18 de septiembre de 2012

Al cadaver del caracol que vi y quise vengar, pero no pude

Senda, caracol acribillado, aplastado, apabullado por le zapato autoritario, impositivo: como miembro del pueblo, ese donde a veces ando a consciencia.
Humano cobarde que no andas con pies descalzos.. ¿A ver cabrón?
c-Cobarde.
¡por qué comes si pudieras morir de dejar la boca y las narices cerradas!
no des muerte al caracol, que te das muerte a ti
y no rebosas de vida
ni de amor
sin sabor
nada
queda
caracol.