viernes, 24 de octubre de 2008

El gorrión de pecho rojo.

A falta de alimento provisto por la naturaleza el hermoso gorrión ha bajado a los suelos.
Buscando en la basura humana el alimento que lo mantenga con vida, voltea hacia el pequeño pedazo azul que los rascacielos le permiten ver.
Ha perdido la noción del tiempo; la ha perdido cuando, en su esfuerzo por llegar a la frontera del concreto, sus alas terminan abatidas por el cansancio.
....
El gorrión, el cielo y los árboles son uno solo.
Él es el dueño de las nubes que son grises
del sol que ilumina y del sonido que consuela.
Se le ve parado en la copa del árbol más alto, gallardo y orgulloso,
con su pecho rojo iluminado por el sol de la mañana,
el rocío y el ruido del agua le susurran: No te vayas.

lunes, 13 de octubre de 2008

Más juego amor, muchos más de estos...

Juguemos pues a que un día me voy
Que cierro la puerta después de gritarnos,
Me avientas la ropa en la cara y maldices
Y yo sollozo incontrolablemente y... ¡adiós!

Juguemos a que después me extrañas.
A que yo paso por debajo de tu ventana.
Que te veo de rojo cuando conquistas a alguien,
Que ceno en mi pequeño cuarto lo mismo que tú.

Juguemos a que no te habló en los pasillos,
Que te miro de arriba a bajo y me muerdo los labios
Y a que tú pasas con otra tomado del brazo y “feliz”
Que ambos nos hacemos tontos frente a los amigos.

Divirtámonos de tus celos y los míos
De la mutua indiferencia que logran los enojos
Riamos de todos los chismosos que preguntan que paso
Saltemos de alegría para seguir compitiendo
(a ver quien quiere más que el otro)

Pero, después del juego,
Prométeme, que al igual que como empezó
Este se va ir acabando.

martes, 7 de octubre de 2008

¿Principios polacos de amores?

No lo se, habían pasado dos o tres días, quizás veinte; por lo general no los cuento, eso se lo dejo a tarea de mi diario y la computadora. En fin… ¿preguntas que día me enamore de ti?

Fue cuando… me tomaste la mano y tu lengua sacudió terriblemente los portones encarnados y sorprendidos. Ese fue el día en que… no, nos miento.

Ayer, hoy y mañana, ese: mañana es el día en que me enamore (ré) de ti.

Congelados bajo este gran frío, tu y yo y un recuerdito travieso en la avenida.

!Cuidado!....

viernes, 3 de octubre de 2008

Tres parejas: Alenka y Alfredo (1 de 2).

(Para una chica sin nombre que pudo enamorarse de mí.)


Alenka y Alfredo salieron a la Ciudad en busca de olvidarse de todo... sin lograrlo.
Ella llevaba zapatos negros de tacón, pantalón ajustado de mezclilla azul cielo. Una pequeña bolsa negra que hacia juego con su cinturón (con una hebilla discreta) y suéter de cuello de tortuga también negro. Levemente se había pintado el rostro (brillo en los labios, un poco de pintura en los párpados) y su cabello semi largo caía libremente. Alfredo llevaba una sudadera negra cerrada completamente, en la parte de adelante - a la altura de su corazón - el logo pequeño del ying yang. En la parte de atrás ese mismo logo, pero centrado y agrandado lo suficiente para no pasar desapercibido. En ese momento de su historia Alfredo tenía el cabello largo, peinado al estilo libro abierto. Las puntas, en la parte de atrás, se mantenían desordenadas, casi alcanzando su hombro. Llevaba tenis negros con vivos en rojo y un pantalón - algo ajustado - de mezclilla azul cielo (casualidad fue que ambos vistieran similar).
Caminaron erguidos. Ella con un toque sensual, él como si supiese una verdad poderosa. Sus manos no se tomaron en ningún momento, de pronto ella volteó hacia él y descubrió un rostro con cien galaxias dentro.
Lo primero que hicieron esa tarde fue asistir a un cine. Llevaba un día de estreno una película llamada "Alguien voló sobre el nido del cuco" del director Milos Forman. Alenka quedó conmovida, Alfredo no dijo nada. Acto seguido ella pidió ir a un local de hamburguesas. Él se resistió a entrar a establecimientos estadounidenses (makdonals, vurger quin...) por lo que optaron por un discreto lugar donde los dueños atendían. Cada uno comió dos hamburguesas, bebieron una malteada de fresa compartiendo el popote. Antes de irse, suavemente, comenzó a escucharse una canción de Sophie Ellis Bextor llamada "Is it any wonder". Él apartó unas hebras de cabello de la cara de Alenka. Ella le sonrió con dulzura. Alfredo pagó y dio las gracias. Salieron al atardecer con emociones distintas. Ella complacida, él alerta.
Hablaron de temas varios, recorriendo las calles sin rumbo fijo. A veces los paseantes masculinos miraron fijamente a Alenka. Alenka los evitó aferrándose al rostro de Alfredo. Y Alfredo miró hacia el suelo.
De pronto se encontraron recorriendo avenida Reforma. La acera por donde caminaron albergaba una exposición al aire libre. Alfredo había perdido el habla dos calles antes. Ella miró las fotos: grandes lienzos donde los sueños vivirían por siempre. Algunos viandantes se detuvieron para observar mejor las imagenes. Entre ellos, unos esposos discutieron la temática de una foto; su hijo de seis años volteó hacia Alenka y Alfredo y les sacó la lengua. Alenka sonrió divertida. Alfredo le devolvió el mismo gesto al niño recordando cuando así era de pequeño.
- No logro verme con un hijo - Alenka dijo casi para si misma.
Él clavó la mirada en una foto donde un hombre sin brazos, con la cabeza levantada e hincado, estaba en la iglesia frente a un Cristo crucificado. Entonces Alfredo dijo:
- Hay veces que pienso que deberías estar a lado de alguien que valiera la pena.
- ¿Por qué? - ella preguntó con una expresión desconcertada.
- Algo surgirá para llevarnos de aquí y alojarnos en el olvido.
- No te entiendo.
Alfredo miró otra foto: un papalote cruzaba los aires desde un barco de pesca. Dijo:
- Sería un error si me entendieras.- observó la lejanía - No soy como tantos otros que se sienten incomprendidos y buscan comprensión.
- ¿Qué eres? - ella dudó en si tomarle la mano o apoyarse en su hombro, al final continuó sin tocarlo.
- Me siento y me creo incomprendido. Pero debo serlo, es lo que quiero.- Alfredo miró la penúltima foto: un perro huía de una casa en llamas a punto de caerse - Un misterio siempre es atractivo...
- Pero muy pocas personas resuelven los misterios. - Alenka dijo y de repente supo que aquella tarde se llenaría de trascendencia para ambos.
- Eso es lo que quiero. Seguir alejado.
- Entonces, ¿por qué estamos juntos? - la última foto era sobre un hombre que se enfrentaba a un tanque.
- Contestame tú.
Alenka no pronunció nada. Por un instante creyó que él rompería su relación con un golpe en el pecho y un escupitajo. Pero Alfredo articuló:
- ¿Sabes qué me molesta de ti?
- ¿Qué? - preguntó ella a su vez, asustada.
- Tu perfección.
- No soy perfecta.- Alenka se sintió halagada, cerró un puño con fuerza - Tengo muchos defectos.
- La modestia también es parte de tu perfección.- Y Alfredo consideró que se equivocaba, ella aún no alcanzaba ese nivel superior, vedado para tantos otros.
- Cuando me conozcas mejor sabrás que soy una chava como cualquier otra. Nunca seré perfecta.
- No, nunca serás como cualquier otra. Indivisible, permanecerás eterna.- Alfredo pensó en alguien más, se sintió deprimido.
Avanzaron unos metros en silencio. Ambos se conocieron una tarde de verano hace poco más de tres años. Él repetía su primer primer año escolar y ella llegaba con la nueva camada de preparatorianos. Ella lo enfocó, atrapada. Él, tímido en ese tiempo, deseaba tener una primera novia. Hasta un par de años después ambos comenzaron a hablarse. Quien los presentó fue un amigo mutuo apodado Ritchie. Iniciaron una relación más profunda - sin llegar a llamarse novios- al final del año escolar anterior.
Alenka rompió el silencio con la trascendencia.
- Quiero que hoy antes que nos separemos hagamos el amor por primera vez.
Alfredo volteó a verla turbado. Tuvo que decirle:
- Todo puedo cambiar para siempre.
Abrazaron otra vez al silencio. Ensimismados, ella dudó sobre su petición, él quiso algo diferente.